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The Void and Emptiness Site. "Biografía del vacío". Reviews

 
 
«In short, I salute with enthusiasm the appearance of this deep, meticulous and stimulating book, a book that enriches our vision of the emptiness, and I desire its translation to other languages to extend its diffusion. It must be a well-known book»
(David Jou, El Ciervo, December 1997)
David Jou is a University professor of Physics at the Universitat Autònoma de Barcelona and poet


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  • Ximo BROTONS. 

  • "Biografía del vacío", Lateral, revista de cultura, año V, nº 40 (abril 1998), p.23
     
  • P.M. [Pep MARTÍ]. 

  • "Un buit omplert", El Triangle. setmanari d’informació, nº 394 (20 de maig 1998), p.25

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    Jordi CORTÉS MORATÓ. "Ribas Massana....", Éndoxa. Series filosóficas, nº 10, 1998, p.450-452. 

    Es escasa la bibliografía sobre el tema que esta obra plantea, sobre todo desde el punto de vista de su historia panorámica abarcando un muy largo período. Sí hay lógicamente bibliografía parcial –citada en este trabajo–, pero tampoco es muy abundante. Sólo cabe recordar que otros temas, como el espacio, el tiempo, el átomo, cuentan con diversas historias panorámicas. Por lo tanto, conviene saludar la aparición de esta Biografía del vacío como lo que es: un intento serio, riguroso y documentado de historiar el concepto del vacío, y una obra que no tiene paralelo en nuestro mercado editorial. Cierto que en el tema que nos ocupa es obligada referencia la obra de Grant, Much Ado about nothing(1).  De las similitudes y de las diferencias entre la obra de Ribas y la de Grant se tratará más adelante. 

    El hilo que sigue este estudio es el siguiente: se inicia en las concepciones clásicas de la Antigüedad (atomismo, Aristóteles, estoicismo, etc) y desemboca en lo que el autor llama el "clímax de la polémica" entre vacuistas y antivacuistas en los siglos XVII-XVIII. Todo este relato es una descripción de los principales hitos de la cuestión, desde los hitos conceptuales a los experimentales. El lector hallará prácticamente todas las referencias más relevantes: Bradwardine, Torricelli, Guericke, Descartes, Newton, Leibniz, Clarke y un largo etcétera. Pero, además, la pretensión del autor, al hilo de este relato, es el de construir un discurso con su propia coherencia. Dicho muy brevemente, tres podrían ser los argumentos de este discurso: a) situar la historia "científica" del vacío en el contexto más global de la historia de las ideas; b) aportar unos criterios para la comprensión del contraste entre la actitud occidental y la oriental acerca del vacío; c) explicar la génesis del moderno horror vacui

    Pues, en efecto, el ensayo gravita sobre la convicción de que el vacío es y ha sido un concepto incómodo. El contraste con Oriente, o el subrayar que el vacío es sólo aceptado en la física y en la cosmología (después de Newton) pero sigue rechazándose en otros ámbitos, son modos de ilustrarlo. Eso explicaría la pervivencia del horror vacui en términos anímicos y metafísicos. De ahí también las incursiones que la obra va desplegando en ámbitos que no pertenecen estrictamente a la historia de la filosofía o de la ciencia: por ejemplo el extenso tratamiento del contacto de la cultura europea con las misiones jesuitas en China, o la referencia al pensamiento místico. Todo ello podría dar lugar a una exposición dispersa, pero Ribas maneja con habilidad estas diferencias de registro. 

    Esta es quizás la ventaja que ofrece la obra de Ribas sobre la de Grant, aunque esta última esté más documentada que la primera. Parece cómo si se partiera de la información acumulada por Grant (al que se cita oportunamente) para permitirse una discusión de mayor alcance. Junto a la sombra de Grant, se adivina también la de Lovejoy, siendo esta Biografía del vacío una especie de reverso de la historia del principio de plenitud que Lovejoy realizó en su clásico La gran cadena del Ser (2).   Y también debe citarse a Koyré como visible inspirador, incluso en el rasgo de un cierto silencio metodológico. Pues, en efecto, como hiciera a menudo Koyré, aquí no hay introducciones metodológicas ni grandes discusiones explícitas en este terreno. El método, aunque silenciado, sí ha sido meditado y puede seguirse en ciertos recovecos del discurso: al hacer resúmenes, recapitulaciones de lo expuesto, que son recursos abundantes a lo largo de la obra (y que orientan y facilitan la lectura). 

    Esta Biografía del vacío, por lo abundante de la información y por la ambición de sus objetivos, debe tomarse sobre todo como una guía y como un compendio de sugerencias. La obra contiene un buen número de nuevas aportaciones, o al menos abre la posibilidad para ellas. Señalemos algunas. 

    Por ejemplo, la confusión entre el estatuto del éter y el del vacío es una buena ilustración de las complejidades del paso que va de la mentalidad mágico-renacentista a la revolución científica en un sentido estricto. En este punto el ejemplo paradigmático es Otto von Guericke: el autor destaca la importancia de este personaje al que se ha prestado poca atención, y apunta la diversidad de influencias que confluyen en él (desde la mística hasta el rigor propiamente científico, pasando por la influencia de la llamada "filosofía oculta"). 

    Otra precisión interesante es toda la exposición a propósito de la historia propiamente experimental, de Torricelli hasta Papin, señalando la relativa importancia de esos experimentos en el debate general entre vacuistas y antivacuistas. En una palabra, la revisión de este episodio sirve para actualizar de nuevo la cuestión de las relaciones entre teorías y experimentos. Al respecto, es destacable la explotación de una fuente poco utilizada –al menos, en la historia de la ciencia–: el Dictionnaire historique et critique de Pierre Bayle (en particular, la segunda edición de 1702). El Dictionnaire da testimonio del clima intelectual de una época; y hace visible las relaciones entre teorías y experimentos. Esta es una fuente que no se halla en la obra de Grant, y, por lo visto, tiene sumo interés. Basándose en ella, y en otras consideraciones, la obra de Ribas precisamente tercia en la crítica que Grant formula a Koyré a propósito de los procesos de la llamada "geometrización" y "divinización" del espacio. 

    Finalmente, y sin agotar los temas, también ha de reseñarse el interesante paralelismo entre el desarrollo de la polémica entre Leibniz y Clarke y las preocupaciones de Leibniz acerca de la filosofía china: véase, al respecto, el apartado III.III.1 (La polémica a la luz de la aproximación leibniziana a Oriente) y todo el capítulo III.III. 

    A modo de balance general, debe señalarse lo que tiene de inacabado esta Biografía del vacío, lo que equivale a nombrar los campos que abre. A nuestro entender son fundamentalmente dos: en primer lugar, el estudio de los avatares del vacío y del éter en la física de los siglos XVIII y XIX; en segundo lugar, el estudio de lo que el propio autor llama "el complejo nihilista de Occidente" a través de la pervivencia de la metáfora del horror vacui. El primer tema pertenece básicamente al ámbito de la historia de la ciencia; el segundo pertenece al ámbito de la filosofía de la cultura. 

    Ya puede comprenderse que desarrollar estos dos temas requiere una gran ambición, algo que la propia obra intenta abordar en su capítulo de Conclusiones pero que obviamente no puede dejar cerrado. Nombrar este conjunto de sugerencias o de aperturas no significa hurgar en las supuestas deficiencias de una obra, sino, al contrario, destacar sus virtudes. Pues ésta es una obra abierta: abre un tema casi inédito, invita a la reflexión y encauza futuras investigaciones. 


    (1) Edward GRANT, Much Ado about Nothing. Theories of space and vacuum from the Middle Ages to the Scientific Revolution (Cambridge University Press, 1981). 
    (2) Arthur O. LOVEJOY, The Great Chain of Being. A Study of the History of an Idea (Harvard Univ. Press, Cambridge, 1936; 2ª ed. 1960; trad. La gran cadena del Ser, Icaria, Barcelona, 1983).
     
     
     
     



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    Jordi CORTÉS."Una idea tan límite como el vacío", La Esfera (suplemento de El Mundo), 24 enero 1998, p.18. 

    Con un título sugerente y atractivo, se presenta este ensayo que pertenece al género de la historia de las ideas. Aquí la idea a historiar es el vacío. El autor presenta un recorrido muy completo y documentado, desde el atomismo clásico hasta las más recientes teorías de la física. Pero eso, con ser ya relevante e inédito en nuestro panorama editorial, no constituye la única virtud de esta obra. Más allá de satisfacer la curiosidad de los filósofos o de los historiadores de la ciencia, la obra además va tejiendo un discurso que incluye otras facetas: por ejemplo, ciertas incursiones en la tradición del pensamiento oriental o en las aportaciones de la mística. Todo ello redunda en una exposición sistemática, diversa pero unitaria, que tiene por objeto hacer comprensible una idea tan límite como el vacío. 

    Pues, en efecto, el vacío es un concepto límite, casi impensable, pues se refiere a la ausencia. Por eso, siendo la ausencia, fue rechazado: o era inexistente o simplemente un concepto inconsistente. Tal ha sido el punto de vista dominante en la tradición del pensamiento occidental, empezando por el propio Aristóteles. Por contra, en las tradiciones orientales, como el taoísmo o el budismo, la vacuidad ha sido un concepto o un símbolo altamente valorado. Explicar este contraste es uno de los temas que se aborda en esta Biografía del vacío, con una muy interesante exposición sobre la época de los primeros contactos entre la intelectualidad europea y las filosofías chinas. Lo mismo cabe decir respecto al contraste entre el vacío anímico propuesto por los místicos (San Juan de la Cruz, Molinos) y su negación por parte de los filósofos modernos (Descartes, Hume). 

    Como toda obra que pretende realizar una vasta panorámica, se podrían señalar ciertas ausencias. Por ejemplo, la dimensión estética del vacío, aunque apuntada, no está desarrollada. Pero, haciendo esta salvedad u otras, la exposición es muy completa. Se ha sabido aunar historia de la ciencia, filosofía, teología, mística, tradición oriental, y ello sin renunciar a una unidad. En fin, debe saludarse la aparición de este ensayo, que puede satisfacer tanto al lector especializado o erudito como al simple lector aficionado a la historia de la cultura.
     
     
     



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    Jesús MAYORAL. "Biografía del vacío", Ré, Gaceta nietzscheana de creación, año 2, nº 6 (1998), p.29. 

    Dijo Nietzsche en su Gaya Ciencia: "¿Acaso no estamos vagando como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del vacío?" Obviamente Nietzsche se refería al nihilismo y lo hacía aquí recurriendo a la imagen del vacío. Podría decirse que la modernidad ha conservado la vieja fórmula del horror vacui cómo un modo de expresar su malestar, su horror a la falta de fundamentos, su inquietud ante la desolación interior. 

    Tal sería el moderno horror vacui, un horror en términos metafísicos y anímicos. Un horror que convive perfectamente y aparentemente sin contradicción con la aceptación del vacío en la ciencia actual y en la imagen del cosmos. En efecto, nadie pone objeciones a la concepción de un universo constituido en su mayor parte por vacío, donde la materia es más bien la excepción. Pero esta aceptación contrasta con la pervivencia del horror vacui en la dimensión metafísica y anímica: la naturaleza ha aceptado finalmente el vacío, pero la cultura no. 

    De los avatares y de los factores que concurren en la génesis de esa moderna contradicción trata esta Biografía del vacío, estudio extenso que abarca desde la Antigüedad hasta la Edad Moderna. Para llevar a cabo esta explicación, la cuestión del vacío se aborda en varios ámbitos, no sólo en el científico: se tiene en cuenta el aspecto filosófico, el teológico, en ocasiones el matemático, el anímico. Es decir, se parte de la vacuidad como noción multidimensional, atendiendo principalmente a tres dimensiones: el vacío físico-cosmológico (que constituye el nervio y el hilo de esta obra), la vacuidad en su vertiente metafísica y teológica, el vacío anímico. Y se ilustra con significativas incursiones en las nociones del vacío manejadas en la tradición del pensamiento oriental, de modo que estas incursiones subrayen ciertos contrastes con nuestra tradición de pensamiento, entendiendo que la cuestión del vacío es un buen indicador para esa delimitación. 

    Vista en esa complejidad, destaca la inclinación secular que ha sentido el pensamiento occidental por negar o menospreciar el vacío. La Antigüedad clásica, salvo pocas excepciones, opinó que el vacío era una realidad imposible y un concepto inconsistente; y la Edad Media entronizó el principio del horror vacui, cuyos ecos todavía son perceptibles. Ese horror al vacío no sólo sería una imposibilidad física sino también un horror metafísico. El pensamiento moderno y la revolución científica de los siglos XVI-XVII que lo acompaña se propuso revisar críticamente estos antecedentes; y rompió con el tradicional antivacuismo. Por fin, el vacío sería una realidad física aceptable, culminando esta aceptación en el sistema físico y cosmológico de Newton donde se afirmó que los inmensos espacios cósmicos estaban en su mayor parte vacíos. Esa es la imagen cosmológica que perdura hasta hoy mismo, imagen en la que parece que la cuestión del vacío ha dejado de ser un problema. 

    Sin embargo, esa aceptación moderna del vacío estuvo rodeada de arduas discusiones y muy sonadas resistencias. La mayoría de los grandes filósofos modernos (Descartes, Hobbes, Spinoza, Leibniz, Kant, etc) fueron contrarios al vacío, siguiendo en ello una larga tradición que destacaba su imposibilidad metafísica. La victoria del vacío es, pues, una victoria in extremis y rodeada de una polémica muy viva. Y su saldo es en cierto modo escaso, pues el vacío sólo sería una realidad aceptable en un ámbito limitado, el físico y cosmológico. 

    Tal victoria contrasta con la alta valoración y aceptación del vacío en otras tradiciones de pensamiento, como son las corrientes de Oriente (taoísmo y budismo, principalmente). La época de la victoria limitada del vacío es también la época de los primeros contactos filosóficos con Oriente, lo cual permite profundizar en los rasgos de ese gran contraste entre actitudes del pensar. El hecho es que otras sugerentes ideas inherentes a la noción de vacío, por ejemplo el vaciado anímico o la idea de vacío como fundamento metafísico, no han sido retenidas en la tradición de Occidente. Ello subraya la ya comentada escisión en el pensamiento moderno. A este respecto, la obra aporta el estudio de dos ejemplos significativos: por una parte, a propósito de Voltaire, rastrea el surgimiento del pesimismo moderno, un pesimismo que tiene en la concepción newtoniana de un mundo indeterminado y vacío su fundamento; por otra parte, a propósito de Hume, señala cómo su "atomismo psíquico" es un atomismo sin vacío, es decir cómo el vacío interior ha sido descartado por el sujeto empírico. 

    Todas estas circunstancias, y muchas más –como la revisión de episodios tan clásicos como la polémica Leibniz-Clarke–, han sido estudiadas en esta obra, obra que al hilo del recorrido de la historia de una idea ofrece, más allá de una abundante información, un panorama rico y sugerente. El horror vacui sigue acechándonos; explicarnos cómo lo hizo y sigue haciéndolo es uno de los propósitos de esta obra.
     

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